Ahora que mis mejores amigos me dieron una ahijada hermosa, estoy releflexionando cosas como estas:
Dice Gramsci
“Pero en conjunto (sus cartas) me han dado la
impresión de que tú y otros miembros de tu familia sois demasiado metafísicos,
al presuponer que el niño contiene al hombre entero en potencia, siendo preciso
por tanto ayudar al desarrollo de ese contenido latente sin ejercer ninguna
clase de coacción, dejando actuar a las fuerzas espontáneas de la naturaleza o
qué sé yo. Por mi parte, pienso que el hombre es toda una formación histórica,
obtenida a través de la coerción (entendida en el sentido más general que el de
brutalidad y violencia externa), y además pienso que de otro modo se caería en
una forma de trascendencia o de inmanencia. Lo que se toma por una fuerza
latente no es, en su mayor parte, sino el complejo informe e indiferenciado de
las imágenes y sensaciones de los primeros días, de los primeros meses, de los
primeros años de la vida; imágenes y sensaciones que no siempre corresponden a
lo mejor según nuestros deseos. Esta manera de concebir la educación como el
desenredar una madeja ya preexistente tuvo su importancia cuando se trataba de
oponerla a la escuela jesuítica, por cuanto negaba una filosofía aún peor, pero
hoy está superada a su vez. Renunciar a formar al niño no significa otra cosa
sino permitir que se desarrolle su personalidad acogiendo caóticamente del
ambiente general todos los motivos que han de formar su vida. Es extraño e
interesante que el psicoanálisis de Freud haya creado, especialmente en
Alemania, tendencias similares a las que rigieron en Francia en el siglo XVIII,
y que aparezca de nuevo el tipo del buen salvaje corrompido por la sociedad,
esto es, por la historia. Resulta una nueva forma de desorden intelectual muy
interesante“.
Dice José Prieto, un comentador de la obra de Antonio
Educación crítica
Al poner el acento sobre el elemento voluntarista
de la educación Gramsci resalta la necesidad de que no
provenga de la familia del niño y de que no actúe como puro individuo, sino que
sea portador de los temas más importantes del grupo social. Según Gramsci,
para educar es necesario un aparato cultural a través del cual la generación
anterior transmita a la generación de los jóvenes toda la experiencia del
pasado —de las generaciones pasadas— y les haga adquirir sus inclinaciones y
hábitos. Incluso los físicos y técnicos que se adquieren con la repetición.
Esta transmisión de contenidos culturales de la vieja a la nueva generación se
realiza especialmente a través de la escuela. Es decir, de la obra del maestro
que en su trabajo realiza el nexo instrucción-educación, ya que para Gramsci
no puede existir, al menos en teoría, una instrucción sin educación.
En definitiva, para Gramsci,
maestro no es sólo el que enseña en la Escuela, sino que el verdadero maestro,
el educador, es aquel que representando la conciencia crítica de la sociedad, y
teniendo en cuenta el tipo de hombre colectivo que se encuentra representado en
la Escuela, asume el papel de moderador entre la sociedad en general y la
sociedad infantil en desarrollo. Es también educador quien secunda estimula el
proceso evolutivo a través de la búsqueda de un equilibrio dinámico y
dialéctico entre imposición social e iniciativa autónoma del individuo. Gramsci
considera también al maestro como intelectual, es decir, como un dirigente
(especialista político) que trabaja en el campo de la educación difundiendo la
ideología del bloque histórico dominante o tratando de elaborar la hegemonía
del nuevo bloque emergente. De ahí la necesidad de que el educador sea también
educado ya que, según la célebre Tercera tesis de Marx sobre Feuerbach, “la
doctrina materialista de que los hombres son el producto del ambiente y que,
por lo tanto, los cambios en los hombres son el de otros cambios en el ambiente
no tiene en cuenta que también los hombres puedan modificar el ambiente y de
que el educador de ser a su vez educado“.