La noche es un gran espacio cúbico. Resistente. Extremadamente resistente. Acumulación de muros en todos los sentidos, que nos limitan, que quieren limitarnos. Cosa que no hay que aceptar.
Yo no salgo de allí. Sin embargo, cuántos obstáculos ya derribé.
Cuántos muros abatidos. Pero quedan. ¡Oh, falta para eso! En este momento le hago la guerra sobre todo a los techos.
Las bóvedas duras que se forman por encima de mí, cuando se presentan, las martillo, las machaco, las hago saltar, estallar, reventar, siempre se encuentran otras por detrás. Con mi enorme martillo que nunca se cansa, les asesto golpes como para matar a un mamut, si todavía quedara alguno... y estuviera allí. Pero no se hallan más que bóvedas, tenaces bóvedas, aun cuando es preciso romperlas y derribarlas. Se trata luego de despejar el lugar conquistado de los escombros que ocultan lo que hay más allá, cosa que por otra parte siempre adivino, pues me resulta evidente que aún hay una bóveda más lejana, más alta, que también habrá que derribar.
Lo que está duro debajo de mí no me molesta menos, obstáculo que no puedo, que no debo soportar, materia del mismo inmenso bloque detestado donde he sido puesto a vivir.
A golpes de pico, lo horado, y luego horado el siguiente.
De cueva en cueva, siempre desciendo, desmenuzando las bóvedas, arrancando los pilares.
Desciendo imperturbable, infatigable ante el descubrimiento de cuevas sin fin que hay en un número que desde hace tiempo dejé de contar, cavo, cavo siempre hasta que, una vez hecho un trabajo inmenso, me veo obligado a subir para darme cuenta de la dirección que seguí, porque uno termina cavando en espiral. Pero cuando llego arriba, me urge volver a bajar, llamado por la inmensidad de los recintos por desfondar que me esperan. Desciendo sin prestarle atención a nada, a zancadas de gigante, bajo escalones como si fueran siglos –y por último, más allá de los escalones, me precipito en el abismo de mis excavaciones, más rápido, más rápido, más desordenadamente, hasta chocar con el obstáculo final, momentáneamente final, y me pongo a demoler con renovados bríos, a demoler, a demoler, cavando en la masa de muros que no terminan y que me impiden partir a pie firme.
Pero un día la situación será diferente, quizás.
En Antología poética 1927-1986 Selección, traducción y prólogo: Silvio Mattoni Buenos Aires, Adriana Hidalgo editora, 2005 Imagen: Retrato de Henri Michaux por Jean Dubuffet 1947
La grieta en la pared que se bifurcaba
detrás de los trofeos solía fastidiarme cada vez que la veía al entrar a mi
habitación. Salvo esa noche que excepcionalmente la pasé por alto y fui, espontáneo,
hasta el borde de la cama; como si estuviera electrificada sin embargo me paré
de nuevo un poco turbado. Amagué un paso hacia la mesita de luz y noté la vista
obnubilada. Volví a descender; en cuclillas, un tirón me recordó que tenía aductores,
jadeé y observé muy nervioso las baldosas como si cien ciempiés caminaran
dentro de mi cuerpo. Una pelusa gris como una cana rodó hasta rozarme las
zapatillas y de un zarpazo la destrocé con las yemas de los dedos. Agua necesitás,
me dije, no no, no, pensá: falta poco para mañana a dormir ya pasó mañana en el
tren te colocás los auriculares y pones música reproducción aleatoria mirás por
la ventanilla tenés el oxido de los antiguos vagones debajo del puente gratis tenés
el óxido coches fantasmales uno arriba de otro cuántos vas a reírte de las
canchas de tenis polvo de ladrillo que vienen despúes. No sé. Descalzo salí del
cuarto y sin prender las luces, fui hasta la heladera. Un banquito, con
pantalones arrugados encima, se interpuso: mi rodilla y cierto extremo
puntiagudo colisionaron fuerte; contuve el insulto, renguee hasta la meta y saqué
una jarra congeladísima. La garganta se enfriaba mientras alguien en el sofá,
frente a la tele, dormía como un ángel despatarrado; una voz, con acento
portugués, prometía salvación; desde afuera venían ladridos del ovejero alemán cuyo
par vecino le contestaba con otro más altisonante. Lo peor fue el coro de grillos
que, al unísono, no desafinaron jamás. Esa sincronía a altas horas de la noche,
la difusas imágenes mentales de un molde de piletas prendido fuego y de un
blaiser de pana gris desencadenaron una especie de electricidad que viajó por
todo mi cuerpo y me coaccionó a vaciar la jarra con violencia. Entonces me
quité la musculosa: voló. Salí al patio y me ubiqué paralelo a la sala que
quiso ser un garaje y que devino almacén: nadie, ningún caminante trasnochado, podía
verme desde la calle; el calor seco había espantado a los mosquitos. Me saqué
la ropa acelerado, en plena intemperie busqué agua y vi una manguera; febril,
la desenrollé vertiginosamente como si una cuenta regresiva avizorara el fin
del mundo; abrí la llave: viajó como por un túnel de goma; al cabo de unos
segundos brotó casi cristalina: se esparció, calma, avanzando sobre las sombras
del piso. Giré la perilla hasta el extremo para propulsar al máximo la potencia
del chorro, levanté el pico y lo rodee con los dedos como si fuera una cabeza
de serpiente; luego puse el índice en el medio, apunté hacia la luna y ascendió
impetuosa; yo quedé perfectamente debajo de la curva fresca que hizo el agua,
ahora, multiplicada en gotas solidarias que caían en forma de paraguas; fue
rica y un empape. No te precipites ya esta listo tenés lo que necesitás próximo
paso reinversión reactivá Desa acordate de Desa continuá no pierdas tiempo
Dalmi Lore esperan carbonato espátulas resina brochas yelco pinceles batidoras producción
producción si a dormir qué espectaculares van a salir los moldes nuevos ¿no?
No. Sopló una brisa y subí la escalera, trepé a la terraza y me hipnotizó el
haz de luz sobre el techo de membranas plateadas; caminé en círculo mientras mi
cuerpo se secaba; un gato, menos lindo que amarillo, en plena travesía nocturna,
de techo en techo, surcaba transversalmente la cuadra. No había, nunca hubo,
silencio: a lo lejos, la descarga de un tiro. No se puede no se p...Bajé y con
el movimiento de un péndulo moví un pie después de cerrar la llave y desarmé el
charco hasta aburrirme. Volví a entrar; a oscuras y de memoria fui directo a mí
habitación, encendí el velador y vi mi biblioteca pequeña y atiborrada, mi
alfombra lisa y mis mancuernas; un impulso logró deshacer la cama. Nadie
acompaña es complicado fijate pregunta no creas esperá. Caí desplomado sobre el
azul marino de las sábanas; por demás agitado quise ver un mensaje cifrado en
las figuras anárquicas que se acentuaban en el techo de machimbre. No te
conviene leer nada ninguna señal. Nnnnnn, algo vibró cerca: el celular y su
modesto modo de mediar entre alguien y yo; lo ignoré. De un tarrito saqué un fibrón
negro de trazo fino: me subí al respaldo de la cama y remarqué la grieta, como
si la estuviera calcando. A partir de los laterales fui sacando líneas
verticales con pulso frenético, líneas horizontales, disparejamente, animado,
saqué líneas oblicuas, curvas y curvas; de pronto resplandeció un dibujo
similar a un río que se ramificaba en muchos canales finitos pero radicalizados
hasta alcanzar el piso y la otra esquina donde favorablemente ninguna araña
anidó. Prolongué el trazo hasta donde estaba colgada la medalla de un olvidable
tercer puesto, tanto, tanto, hasta pasar intempestivamente sobre una representación
cartográfica del territorio de la Argentina, colgada de un clavo, con letras cursivas
y muy cuidadas que decían República. Fue
necesario trepar veladores, cajoneras y, fundamental, caer afiebrado sobre las
baldosas sin hacerme el menor rasguño, ni hilitos de sangre colgando, ni borbotones
rojos: intacto, lúcido, contemplé desde el suelo aquel gran grafo y luego aluciné
que la pared se movía. Hablé fuerte y no me oí acaso por el cosquilleo en la
nuca, acaso por una sensación de estremecimiento estomacal similar al hambre. Las
plantas la ansiada reinversión el polvo de ladrillo los vagones oxidados el
cielo anaranjado las manos en los bolsillos solo volviendo de muy lejos ¿no van
más? No. Si. Pero. Luego cerré los ojos y el sopor sobrevino: no sé si dormí horas
o minutos, lo cierto es que no soñé nada hasta escuchar, otra vez, el minúsculo
temblor del celular. Salí, junté la ropa desparramada por el patio y me vestí.
Un bicho aleteó con su intermitente lucecita anatómica. Los grillos melindrosos
seguían coreando pero ya no me molestaban. No había, nunca hubo, silencio: a lo
lejos una bomba de estruendo. Podrías viajar hacer dedo mojarte con la lluvia
regresar con un camionero serio cargar liviano la mochila enamorarte de una
norteña fotografiar llamas carismáticas. No. Salí a la calle y sin prestar
atención a lo que existía a mi alcance miré más allá: pinos enormes que como
dos guardianes se erguían justo donde el barrio sufría un avatar que no me
simpatizaba: una sucesión de casas quintas, más o menos caras, más o menos
berretas, pero que se saturaban de gente que vedaba saludos, gente con
insaciables ganas de exponerse a rayos ultravioleta, invisibles durante la
semana laboral y cuantiosamente presentes los sábados y domingos. Una vecina,
Jeni, en calzas negras, poniéndose una gorra verde después de cerrar despacio
la puerta, se iba, serena, a pasar la noche despachando nafta. Caminé hacia el
tronco de uso público, es decir hasta el ex árbol que yacía acostado y que
tenía la virtud de reunir personas; apoyé el pie izquierdo y me até los
cordones. Podrías tomar mucho mucho fernet atarte un pañuelo en la cara como un
Tuarek salir a tirar molotovs piedras derribar policías destrozar autos romper
vidrios. No. La impresión que me causó ver mis zapatillas de lona, gastadas y
sucias fue tan fuerte que, en principio, quise correr para alcanzarla y decir,
gritar: Jeni, ¿nunca sentiste…cuando das nafta…antes de poner la tapa…nunca
sentiste Jeni nunca sentiste…ganas irrefrenables de meter la colilla de un
cigarrillo…todavía fulgurando? Tras un ligero espasmo volví, sin embargo, a mi
habitación y me acosté. No había, nunca hubo, silencio: a lo lejos la sirena de
los bomberos.
Aprecien las imágenes de las pinturas expresionistas del otro Kirchner, Ernst Ludwig (Alemania, 1880-1938), escuchando un tema del otro Néstor, el de la cumbia villera romántica, Néstor en Bloque. Doble ataque al bloque hegemónico.
cuando finalmente paso por el último kiosco la señora muy mayor que durante los veranos hace y vende juguitos no me saluda con un hola sino directamente dice: mirá, date vuelta: yo me saco los auriculares de las orejas y una sensación de escalofríos me recorre desde
las canillas hasta los rizos rubios que no tengo al ver, en primer plano, de frente, real, y ferozmente cerca la presencia de un
león en la calle: gran melena, músculos hasta en las pesuñas, el hocico engordado, el olor
a comida, a carne asada, un ronroneo sórdido. el
viento inoportuno deja de soplar: ¿la señora muy mayor huyó?; tullido veo que la fiera viaja dentro de una jaula con ruedas; al lado hay otra, más angosta con dos inquietos monos tití con collares, celestes y rosados que simulan jugar. ambas jaulas van enganchadas con cadenas a una camioneta que anda, tirando y
tirando, a velocidad crucero; está pintada con franjas de colores cálidos, con un dibujo de una corona de rey,
dorada, sobre el techo y toda fileteada en negro en sus extremos; sobre la
cúpula abierta una persona, a través de un altoparlante, celebra y anuncia la llegada del Circo Solembú, un espectáculo para toda la familia, dice, y la camioneta se detiene en el baldío, cerca de donde estoy: son varios metros cuadrados que supuestamente pertenecen a una familia de verdaderos saltimbanquis que no poseen las escrituras legales, ni siquiera una
factura de compra-venta. ahhh sobrevienen a mi mente sus insistentes reclamos al Municipio. alejando el altoparlante de la boca la misma persona que viajaba arriba me brinda un trabajo relámpago: dice en voz baja, como si fuera confidencial, que me ofrece cien pesos si los ayudo a instalar la carpa.
** De Wiki: Elkerosén(del griegoκηρός - keros,cera)es un líquido transparente (o con ligera coloración amarillenta) obtenido pordestilacióndelpetróleo. Dedensidadintermedia entre lagasolinay elgasóleoodiésel, se utiliza comocombustible, el JP (abreviatura de Jet Petrol) en losmotores a reaccióny deturbina de gaso bien se añade algasóleodeautomociónen lasrefinerías. Se utiliza también comodisolventey para calefaccióndoméstica, comodieléctricoen procesos demecanizadopor descargas eléctricas y, antiguamente, parailuminación. Esinsolubleenagua.
Tu as
bien fait de partir, Arthur Rimbaud! Tes dix-huit ans réfractaires à l’amitié,
à la malveillance, à la sottise des poètes de Paris ainsi qu’au ronronnement
d’abeille stérile de ta famille ardennaise un peu folle, tu as bien fait de
les éparpiller aux vents du large, de les jeter sous le couteau de leur précoce
guillotine. Tu as eu raison d’abandonner le boulevard des paresseux, les
estaminets des pisse-lyres, pour l’enfer des bêtes, pour le commerce des rusés
et le bonjour des simples.
Cet
élan absurde du corps et de l’âme, ce boulet de canon qui atteint sa cible en
la faisant éclater, oui, c’est bien là la vie d’un homme! On ne peut pas, au
sortir de l’enfance, indéfiniment étrangler son prochain. Si les volcans
changent peu de place, leur lave parcourt le grand vide du monde et lui apporte
des vertus qui chantent dans ses plaies.
Tu as
bien fait de partir, Arthur Rimbaud! Nous sommes quelques-uns à croire sans
preuve le bonheur possible avec toi.
¡Hiciste bien en irte, Arthur Rimbaud!
¡Hiciste
bien en irte, Arthur Rimbaud! Tus dieciocho años refractarios a la amistad, a
la malevolencia, a la estupidez de los poetas de París, así como al ronroneo de
abeja estéril de tu familia ardenesa un poco loca; hiciste bien en lanzarlos
lejos de ti, meterlos bajo la cuchilla de tu guillotina precoz. Tuviste razón
de cambiar el boulevard de los holgazanes, el cafetín de los mea-liras, por el
infierno de las bestias, el comercio de los astutos y los buenos días de los
simples.
Este
impulso absurdo del cuerpo y del alma, esta bala de cañón que da en su blanco
haciéndolo estallar ¡Sí, la vida de un hombre, está bien por allá! No se puede,
al dejar la infancia, indefinidamente estrangular al prójimo. Si los volcanes
cambian poco de lugar, su lava recorre el gran vacío del mundo y le otorga las
virtudes que cantan en sus heridas.
¡Hiciste
bien en irte, Arthur Rimbaud! Nosotros somos algunos que creemos, sin pruebas,
que la felicidad es posible contigo.
No es fácil prestarle atención al sonido y a los colores que hay en el mundo cuando vamos a cruzar la calle o cuando el docente elogia desmesuradamente a Adorno; tampoco cuando estamos encerrados en un depósito cargando el último pack de botellas al camión. Sin embargo para superar esa limitación Tailandia y la contemporánea expansión del circuito del cine independiente, nos brindaron-nos acercaron desde hace unos años- un joven y genial cineasta: Apichatpong Weerasethakul. En cada una de sus pelis todo es color y sonido atmósfera. La mayoría de sus trabajos transcurren en una jungla. Realismo y tradición mística ¿oriental? se combinan generando una mezcla que, lejos de repelerse, se complementan produciendo primero una sensación de extrañamiento y luego una sonrisa a un argentino-como yo-que mira desde una casa del tercer cordón y se siente interpelado por algo que viene de muy lejos.
Para los que les gusta narrar es un autor inevitable si pensamos en inspiraciones y ese tipo de cosas; ahora bien, no tanto en términos narrativos sino descriptivos: el modo en que compone cada una de las escenas, desde el punto de vista de la percepción, los paneos de las cámaras, la captación de los ruidos silvestres, la respiración de los personajes y las variadas tonalidades de verdes, naranjas, celestes, es muy destacable y se gana la voluntad del espectador que, pese a que se aburre con la trama- como yo- quiere seguir viendo. En realidad los argumentos no importan y menos cuando, al cabo de unas horas frente al led, sentimos que se potenció nuestra sensibilidad y que aprendimos a reconocer nuevas texturas y formas. Claro que no es así, pero es estimulante y hace posible mejorar el cumplimiento de uno de los imperativos literarios que esgrimo a la hora de apoyar el culo para usar el teclado: presentar objetos, uno atrás de otro, presentar la realidad "material" del lugar. Lo más lindo de Apichatpong es que sus historias son desconcertantes. La narración no es lineal. Va y vuelve, o va y se pierde. A la mitad se corta abruptamente y arranca otra escena que no conecta.
veo que la chica que despacha panchos hoy no para para hablar de política. pero quiere. querer, quiere. se le nota en la cara colorida y en la remera trucha de adivas. entonces que me apapache, digo, sorbiendo de dos sorbetes como si lo disfrutara, aunque casi me corto un labio al rozarlos con mi habitual sutilidad. el cielo fulgura con estrellas rutilantes pero sólo sobre la plaza san martín, donde el prócer parece tener una cresta punk y llevar el sable sarpadamente. es un hecho solar, lo que hay, digo. la chica requiebra cuando del local azul-ventas de pan y pastas varias- vienen sonidos de timbales, menea y menea y nadie la ve salvo el policía que charla con un perro en tono de vaga recriminación. el policía, que es feo, le mueve el brazo para que se vaya. pero el perro disiente y se sienta en perfecta armonía con la totalidad de la estación mientras un sabelotodo de pelo pelirrojo, adelante en la cola, gira leve y me guiña un ojo tanteando la tarjeta sube del bolsillo de su pantalón chupín. ah el tan mentado transporte. esto esta super ultra hiper chequeado le grito al viento que vuela volantes de terminá el secundario. y miro fijo: tod@s l@s trabajador@s, como mapaches ansios@s, nos vamos subiendo al último colectivo de mecánico ronroneo.
* De Wiki: Elkerosén(del griegoκηρός - keros,cera)es un líquido transparente (o con ligera coloración amarillenta) obtenido pordestilacióndelpetróleo. Dedensidadintermedia entre lagasolinay elgasóleoodiésel, se utiliza comocombustible, el JP (abreviatura de Jet Petrol) en losmotores a reaccióny deturbina de gaso bien se añade algasóleodeautomociónen lasrefinerías. Se utiliza también comodisolventey para calefaccióndoméstica, comodieléctricoen procesos demecanizadopor descargas eléctricas y, antiguamente, parailuminación. Esinsolubleenagua.
"Paraíso Mismo, paradisíaco, ambrosíaco, por el almíbar y el eyacular del destruir, destruir y aniquilar"
Cita:
"Valiéndose de una enorme regla T, El Loco abrió el grisáceo ventanal del techo para que los cuervos evacuaran la deformada y deformante habitación.
De uno en uno salieron, chorreando lágrimas, invocando los sagrados nombres de los caídos en la lucha, en el fragor. Y hasta con un dedo menos firmó en manifiesto el monolítico Sebas. Y El Loco del Látigo, preñador de Carla Greta Terón, desnudo como estaba salvo el orión, medio tórax afuera sacó para despedir a los oscuramente pájaros, sin rencor. En su envión: "Adiós". Osvaldo Lamborghini. El Fiord (Octubre 1966 - Marzo 1967)
"Mi retórica se adormece y brilla y es el fulgor de un fragmento y es, el rumor de un recuerdo, ronroneo de otra época"
"¿Querés que te diga la verdad? ¿Cuál es el gran
enemigo? Es González Tuñon; los albañiles que se caen de los andamios, toda esa
sanata, la cosa llorona, bolche, quejosa, de lamentarse. Una ideología siempre
te propicia para pelotudeces, pero también para mitos heroicos. Cuando te criás
dentro de mitos heroicos me parece abyecto quejarse. Esto es poesía quejosa,
hacer esta especie de orgullo de padre proletario, que se levantaba a las cinco
de la mañana con sus manos callosas; que traía pan crocante a la mesa. Es hacer
descansar una cultura en este pobre tipo que vino de Italia a laburar acá. Es
una cosa no contra Castelnuovo; no importa lo que él piense como subjetividad.
En los textos la ideología actúa, la ideología sube al escenario y representa
su papel. Al nivel del cuento que aparece en Vidas Proletarias, de Castelnuovo
donde al tipo, al anarquista lo persigue un oficial de investigaciones y él
llega a su casa y pide a la madre que lo proteja. Entonces la madre lo protege.
Es un policía dedicado a torturar a este anarquista. Esto es lo que yo le copio
en "El Niño Proletario": los tres burgueses ven pasar al niño
proletario y se vuelven locos y lo quieren matar, están dedicados a él.
Entonces lo agarra y viene el oficial Gómez, que es el que siempre lo tortura,
entonces el tipo le dice a la madre que apague las luces, entra el policía, se
arma un buen ruido, se prenden las luces, y está la madre muerta, desangrándose
en el suelo y el policía que se ríe y dice: quiso matarme a mí y mató a su
madre. No hay, te digo, una cosa personal con Castelnuovo, más bien con la
ideología liberal de izquierda, esa cosa llorosa. Es decir, que los escritos
tienen que valer por el sufrimiento que venden y por las causas nobles de ese
sufrimiento." El lugar del artista. Osvaldo en una legendaria entrevista de 1980. Completo acá.
"En el Pentágono saben que una guerra con Argentina es inevitable"
Y también:
"Insistía en que todas las grandes novelas están recorridas por una pequeña melodía, una «musiquita». La novela se hacía con frases provistas de sentido, pero a su vez la frase, para serlo, debía ser una pura música («música porque sí, música vana», la cita del famoso soneto, que tanto repetía). Es el paradójico pasaje del verso a la prosa." Osvaldo Lamborghini y su obra. César Aira. Completo acá.
"Claridad prístina, en el punto trama sobre todo"
"En cuanto al valor literario de esa obra no
vacilo en definirlo como supremo. Creo que el tiempo terminará de colocarla
como central en el sistema de nuestra literatura pero, como usted señala (si
bien bajo la sospecha de “brote” o “maniobra marketinera”), las cosas, de a
poco, se van poniendo en su lugar." Ricardo Strafacce, su biógrafo. Completo acá.
"Llora todo lo que quieras inabarcable, azul ángel de la prostitución oceánica"
Salvo la primera, las imágenes que se ven a lo largo del post corresponden a algunos dibujos que Osvaldo realizó para su "Teatro Proletario de Cámara": un trabajo cuyo original consta de carpetas anilladas con el título y el volumen mecanografiado sobre papel; contiene páginas escritas a máquina o a mano, con textos y poemas; hay dibujos, pinturas, calcos, fotografías y colages, recortes, en su mayoría, de revistas pornográficas, acompañadas de frases, con las siluetas retocadas y pintadas con boligrafo, cera, esmalte, etc.
En este caso lúdicamente puse como leyenda de las imágenes frases que extraje de uno de los dos tomos que compilan su obra en prosa. Durand: si lo lúdico lúdico es lúcido lúcido es lícito lícito.
"Como el clavel del aire, pasta de la literatura, pasto de las llamas, cacofonías irredentes, frágiles."
Eterna Cadencia Editora invita a la presentación de Cuadernos de Lengua y Literatura. Volúmenes V, VI y VII, de Mario Ortiz. Presentan Aníbal Jarkowski y Nicolás Vilela junto al autor. Viernes 7 de junio, a las 19. Con entrada libre.
En esta peli todo es hiperbólico; hay momentos ridículos, absurdos; Favio va de la tristeza a lo cómico. Inolvidable la extravagante pareja de Pagliaro y Monzón.
"Si querés te haré un fuego para saltar esta noche". Nueva sección en El Estado y ella se amaron.
Aquí compartiré las escenas que más me gustan del cine. Quizás también realice reseñas breves.
Comienzo con una escena que me conmueve, una del querido Leonardo Favio, tal vez el artista más importante de la historia de nuestro país. Si, así de grandilocuente. Ampliaré otro día, con más tiempo. El título de la sección es una de las mejores frases que escuché.
Cuál?
Nazareno Cruz y el Lobo. Argentina. 1975.
Cita:
Qué bonita que sos Griselda, qué bonita que sos.
Griselda yo hago los fuegos que más duran. (Ambas pronunciadas por el wachin)
Sos increíble, sos increíble. (Nazareno a Griselda)
Maia es la chica que sabe armar una juegoteca, en plena semana con parciales y entrega de trabajos prácticos, para llevar a la jornada solidaria del sábado. No tiene tatuajes, ni remeras, ni pines, ni mochilas que connoten sus ideas políticas El campus de noche y cuando hace frío, parece desolado, pero hay árboles, paraísos casi todos, de ramas inquietas y plantados a la vera del camino como si fueran guardianes de los estudiantes que entran y salen durante todo el día. Maia lleva un morral con los elementos que sobraron, necesarios para difundir en la universidad las actividades que realizarán el fin de semana en el barrio J: notas con direcciones y télefonos, fibrones, pinceles, temperas, cinta adhesiva. Camina apurada y usa la mano que no sostiene los afiches y hojas a4 para acomodarse hermosamente el pelo negro. En la mente, repasa cada uno de los pedidos que los vecinos le hicieron y que debe gestionar con la Oficina del Estado Nacional. Dobla la esquina en dirección a la Básica y le llega un mail al celular, donde le avisan, efusivos, con un tamaño de letra demasiado grande e informal, que los vecinos ya pusieron hora y día para planificar las semanas. Esto también se puede expresar de otra manera: piernas tensas y latir en aumento del corazón.
Cuál?
La Comunidad Organizada. Juan Domingo Perón. Bs As. 1949. Para leer cada vez que sentimos que flaqueamos.
Cita:
"Nuestra
comunidad tenderá a ser de hombres y no de bestias. Nuestra disciplina tiende a
ser conocimiento, busca ser cultura. Nuestra libertad, coexistencia de las
libertades que procede de una ética para la que el bien general se halla
siempre vivo, presente indeclinable. El progreso social no debe mendigar ni
asesinar, sino realizarse por la conciencia plena de su inexorabilidad. La
náusea está desterrada de este mundo, que podrá parecer ideal, pero que es en
nosotros un convencimiento de cosa realizable. Esta comunidad que persigue
fines espirituales y materiales, que tiende a superarse, que anhela mejorar y
ser más justa, más buena y más feliz, en la que el individuo puede realizarse y
realizarla simultáneamente, dará al hombre futuro la bienvenida desde su alta
torre con la noble convicción de Spinoza: «Sentimos, experimentamos, que somos eternos".
Para llegar a la Mesa Barrial de Coordinación tuvo que pasar por una calle tomada por perros; por una esquina con aserrín donde se junta agua; por una avenida peligrosamente sin semáforos; por la panadería que atiende las veinticuatro horas; por la escuela provincial cerrada por duelo; por la hilera de autos nuevos; por la peluquería de su prima; por el baldío; por el paredón del Intendente; por el centro de jubilados; por el puente sobre el riachuelo tuvo que pasar Maia, esta vez, casi abstraída de la realidad material pero concentrada en el armado de una frase punzante que abra explosivamente la discusión.
Cuál?
Modelo Argentino para el Proyecto Nacional. Juan Domingo Perón. Bs As. 1974. Para leer todos los 1° de Mayo.
Cita
"Es imposible mantener una distribución socialmente aceptable si las
decisiones económicas no acompañan a la política social que se desea imponer.
Cuando las decisiones económicas siguen un patrón inadecuado, la distribución
del ingreso queda subordinada al mismo, más allá de los buenos deseos de
cualquier gobierno. En consecuencia, lo que llamamos "Justicia
Social" también requiere para su materialización efectiva participación
del gobierno y elevada eficiencia del mismo."
Revisamos lo que tenemos, una extensa lista de nombres y apellidos, números telefónicos, direcciones de correo y unidades académicas a las que pertenece cada persona. En Administración tenemos tanto. En Comunicación tenemos varios. En Trabajo Social perdemos pero en el Departamento de Economía no nos para nadie. Ingeniería no vota gente descalza. Ahora bien: quién argumenta sólidamente, quién ora. Tenemos que elegirlos con sumo cuidado: preguntemos a las Agrupaciones Aliadas, digo. En Relaciones Laborales hay algo; estamos bien, somos como cincuenta encuadrados, en un total de 2000 estudiantes. Nosotros arrebataremos los pasillos de la Nueva Universidad mientras vos, mañana antes de que arranquemos, rosqueas adentro mi amor, me dice. La grilla del excel y su seño fruncido indican positivamente que no habrá paridad de fuerzas. Maia se corre los anteojos y se refriega un ojo, suspira, se relame los labios y continúa: los fiscales van a ir punteando; falta entonces definir a cada uno según los turnos y disponibilidad. Vos y yo, por supuesto, atrincherados. ¿Y los demás? Gabi es inestable: mejor a la mañana conmigo; Fede es pertinente siempre: a la noche solo; Juana es demasiada atractiva para estar encerrada: ergo hace aulas; Indiana es nerviosa pero eficiente: a la noche sola. Maia continua definiendo arbitrariamente a los compañeros hasta que su memoria llega al límite. Toda la secuencia es maravillosa porque, cuando termina, cierra la netbook, se saca el jean, las medias, agarra el control de la tele y se recuesta en su cama.
Cuál?
Manual de Conducción Política. Juan Domingo Perón. Bs As. 1952. Para leer todas las noches antes de ir a dormir.
Cita
Sobre las formas de la conducción en el orden estratégico,
en grande, se conduce por grandes directivas, con gran amplitud. ¿Por qué?
Porque deben ser cumplidas por todos en distintos lugares,
circunstancias y tiempos.
No se pueden dar ordenes que resulten ciertas en una parte e
inciertas en otra; que resulten buenas en una parte y malas en otra;
débiles en un lado y fuertes en otro. Hay que dar directivas que permitan que los que tengan que
ejecutarlas dispongan de un amplio campo para jugar dentro de todas las
soluciones que se pueden presentar. Por eso se dan solamente directivas para la conducción en
grande, o sea grandes líneas de acción con amplio frente para moverse
dentro de esa acción. La conducción táctica se dirige directamente por
disposiciones. ¿Por qué? Porque él está viendo la lucha allí y puede decirle al otro:
"Haga tal cosa", para tener la unidad y la centralización en la dirección de
la lucha.Por eso, cuando actúa el Consejo Superior Peronista, no debe
hacerlo por órdenes, sino por grandes directivas de conjunto pero cuando
actúa el que dirige la lucha en una localidad, lo hace por disposiciones
rígidas, que no deben ser violadas por nadie, es decir, por órdenes. La conducción táctica es por órdenes, la estratégica es por
directivas.
Las zapatillas limpias un sábado a la mañana son imposibles, le dice, risueño, a una compañera varios años mayor. No puede estar sin hacer nada cuando ve que las cañas que suben al micro son rústicamente largas y un tanto dobladas, como si las hubieran arrancado de cuajo del suelo fértil que oportunamente dio vida a un tupido cañaveral ubicado cerca de su casa. Las botellas de pepsi con agua congelada, dentro de congeladoras rojas y blancas y una bolsa con las remeras nuevas le resultan pesadas al subir los tres escalones. Luciano ha decidido abandonar momentáneamente su doctorado para trabajar en una consultora que realiza, entre otras cosas, estudios electorales. El viento está calmo y el cielo celestísimo. Al subir se le caen, lentamente, una, dos, tres, cuatro monedas grandes de dos pesos que llevaba en su pantalón; pero no reacciona; sólo siente, de súbito, en ese preciso momento, que ahora, como nunca jamás antes, le importa poco, muy poco, o tal vez, orgullosamente no le importa nada perder dinero, ni siquiera si tuviera la suma de las riquezas de las naciones en sus agujereados bolsillos, porque, después de todo, ya tiene lo único que importa tener en la vida: la pertenencia al Partido Político.
Cuál:
El Príncipe Moderno de Antonio Gramsci. Para leer después de una movilización.
Palabras importantes:
Campo nacional, Maquiavelo, hombres comunes, Estado Mayor.
Cita:
"El elemento de cohesión principal, centralizado en el campo nacional, que transforma en potente y eficiente a un conjunto de fuerzas que abandonadas a sí mismas contarían cero o poco más. Este elemento está dotado de una potente fuerza de cohesión, que centraliza y disciplina y sin duda a causa de esto está dotado igualmente, de inventiva (si se entiende "inventiva" en una cierta dirección, según ciertas líneas de fuerzas, ciertas perspectivas y también ciertas premisas). Es verdad también que un partido no podría estar formado solamente por este elemento, el cual sin embargo tiene más importancia que el primero para su constitución. Se habla de capitanes sin ejército, pero en realidad es más fácil formar un ejército que formar capitanes. Tan es así que un ejército ya existente sería destruido si le llegasen a faltar los capitanes, mientras que la existencia de un grupo de capitanes, acordes entre sí, con fines comunes, no tarda en formar un ejército aún donde no existe."
El sábado pasado la Proxemia la rompió y Vicky y Minzi estuvieron inspirados.
Como dijo Emilio: Alguien me preguntó cómo estaba y yo respondí "exultante" porque para mi es un doble placer que se conjuguen la creación literaria y la construcción colectiva.
Comparto uno de los dos fragmentos que leí; pertenece a un texto que aparentemente va para novela. Pueden leerlo escuchando este discazo.
Como si el cielo hubiese sido sopleteado por un pintor epiléptico, las tonalidades rojas morían anaranjadas detrás de las casas que rodeaban el arroyo angosto y playo, donde años atrás nadaban mojarras. A lo lejos, pendían cables colgados de dos gigantescas torres eléctricas. Donde empezaba el descampado y terminaba el enorme maxiquiosco, el cartel de lata “recarga” del locutorio se bamboleaba con los empujones de la brisa hirviendo. Más cerca, una señora, de pollera evangélica y de cara descolorida, cruzaba el arroyo pisando, tímida, sobre las placas de zinc que, por iniciativa de Desagastizabal, pusimos para hacer de cuenta un puente. A la derecha: una asfaltada, una de tierra, una asfaltada, una de tierra, una asfaltada, una de tierra: las calles intercaladas eran el circuito que venía zigzagueando el Colmenar, el único colectivo a la estación; a los tumbos venía, mientras lo peinaban ruidosamente las ramas de los árboles que bordeaban la calle, y dos perros toreando le escoltaban las ruedas. Una cuadra a la izquierda, un carro estacionado soportaba con dignidad media tonelada de fierros y plástico en desuso, mientras el caballo amarrado picaba las matas decorativas de la zanja paralela al cordón y el jinete empinaba un agua mineral. Luego, irrumpía el motor ronco de un descapotable amarillo; del interior emergía una cabeza rapada como de cantante latino; con un indudable intercambio de insultos los choferes se saludaban y luego seguían su camino poniendo en marcha sus respectivos vehículos: golpe en el lomo lacio por un lado, embriague y primera por el otro. En la terraza de la casa cercana, el vecino, en bata y exasperado, intentaba ahorrarse un técnico reparador: movía insistentemente el radar en miniatura que funcionaba como antena de la televisión digital. Sobre el palo de luz, un matrimonio de horneros asomaba el pico por la puerta de su vivienda de barro. Debajo, el picaflor de pecho blanco, que revoloteaba tras frondosas carquejillas, se elevaba hasta posar sus patas sobre el punto exacto del vértice que formaba la esquina de la medianera, a una distancia de dos ladrillos consecutivos de donde estábamos sentados nosotros; sentados en la cima del taller, a una altura de casi cuatro metros, bárbaramente agarrados de viejos pero sólidos restos esqueléticos de vigas abandonadas. El short ajustado y la superficie dura donde apoyaba los muslos, le remarcaban a Lorena las venas púrpuras que se le dibujaban en sus piernas blancas; piernas que terminaban en pies de uñas con esmalte azul, mirando a la calle, balanceadas en un leve ir y venir que, de sólo mirarlas, poco a poco me aliviaban los nervios, poco a poco me calmaban la ansiedad acumulada toda en los músculos gemelos, tensos, endurecidos, por culpa de una nueva jornada improductiva.
Al fin y al cabo Lorena no demoró en decirme lo que yo necesitaba escuchar: tocándome una rodilla y levantando las cejas, preguntó amenazante. ¿Para cuándo el mangazo? ¿Me vas a decir que no la pensaste? Al principio intenté ignorarla. Segundos más tarde, le dije: ¿Vos creés?... Si, nabo, llamálo, animáte. Nunca le pedí nada, no sé... Al contrario, cuando éramos chicos era yo el que… Por eso, te debe una, se va a copar, vas a ver. Si ni siquiera lo conocés Lore, le respondí. Ay Patricio… me hablaste tanto de él que hasta le puedo armar el currículum.
Por si Desagastizabal volvía antes de hora, escuchábamos atentos el mínimo sonido que nos resultara familiar e identificable con él: una voz aguda y de timbre estridente, un ruido de manojo de llaves, una puerta que se cierra. ¡Falsa alarma!… ahora, Pato, dame un beso, dale, decía Lore torciendo la comisura de los labios; sabía que yo no tenía mañas para evitar la sensación de vértigo al bajar el mentón; es decir, inclinarme hacia ella y desde ahí ver esa suerte de precipicio que se me aparecía como si estuviera en las alturas de un insólito acantilado, sin olas y sin rocas debajo, pero con el irremediable cemento esperándome. ¡Bajemos!
Pese a la oscuridad que progresivamente iba devorando la medianera, cuando Lore se movía para acomodarse en su imaginaria silla voladora, un lunar, diminuto como el punto de una “i”, se dejaba ver a medio camino entre el coxis y la última vértebra de su espalda. Arriba, la luna menguante anunciaba el turno noche. Tenés razón, no queda otra, te prometo que hablo con él, pero bajemos, es tarde, dije. Bueno… vos primero Pato.