"Si querés te haré un fuego para saltar esta noche". Nueva sección en El Estado y ella se amaron.
Aquí compartiré las escenas que más me gustan del cine. Quizás también realice reseñas breves.
Comienzo con una escena que me conmueve, una del querido Leonardo Favio, tal vez el artista más importante de la historia de nuestro país. Si, así de grandilocuente. Ampliaré otro día, con más tiempo. El título de la sección es una de las mejores frases que escuché.
Cuál?
Nazareno Cruz y el Lobo. Argentina. 1975.
Cita:
Qué bonita que sos Griselda, qué bonita que sos.
Griselda yo hago los fuegos que más duran. (Ambas pronunciadas por el wachin)
Sos increíble, sos increíble. (Nazareno a Griselda)
Maia es la chica que sabe armar una juegoteca, en plena semana con parciales y entrega de trabajos prácticos, para llevar a la jornada solidaria del sábado. No tiene tatuajes, ni remeras, ni pines, ni mochilas que connoten sus ideas políticas El campus de noche y cuando hace frío, parece desolado, pero hay árboles, paraísos casi todos, de ramas inquietas y plantados a la vera del camino como si fueran guardianes de los estudiantes que entran y salen durante todo el día. Maia lleva un morral con los elementos que sobraron, necesarios para difundir en la universidad las actividades que realizarán el fin de semana en el barrio J: notas con direcciones y télefonos, fibrones, pinceles, temperas, cinta adhesiva. Camina apurada y usa la mano que no sostiene los afiches y hojas a4 para acomodarse hermosamente el pelo negro. En la mente, repasa cada uno de los pedidos que los vecinos le hicieron y que debe gestionar con la Oficina del Estado Nacional. Dobla la esquina en dirección a la Básica y le llega un mail al celular, donde le avisan, efusivos, con un tamaño de letra demasiado grande e informal, que los vecinos ya pusieron hora y día para planificar las semanas. Esto también se puede expresar de otra manera: piernas tensas y latir en aumento del corazón.
Cuál?
La Comunidad Organizada. Juan Domingo Perón. Bs As. 1949. Para leer cada vez que sentimos que flaqueamos.
Cita:
"Nuestra
comunidad tenderá a ser de hombres y no de bestias. Nuestra disciplina tiende a
ser conocimiento, busca ser cultura. Nuestra libertad, coexistencia de las
libertades que procede de una ética para la que el bien general se halla
siempre vivo, presente indeclinable. El progreso social no debe mendigar ni
asesinar, sino realizarse por la conciencia plena de su inexorabilidad. La
náusea está desterrada de este mundo, que podrá parecer ideal, pero que es en
nosotros un convencimiento de cosa realizable. Esta comunidad que persigue
fines espirituales y materiales, que tiende a superarse, que anhela mejorar y
ser más justa, más buena y más feliz, en la que el individuo puede realizarse y
realizarla simultáneamente, dará al hombre futuro la bienvenida desde su alta
torre con la noble convicción de Spinoza: «Sentimos, experimentamos, que somos eternos".
Para llegar a la Mesa Barrial de Coordinación tuvo que pasar por una calle tomada por perros; por una esquina con aserrín donde se junta agua; por una avenida peligrosamente sin semáforos; por la panadería que atiende las veinticuatro horas; por la escuela provincial cerrada por duelo; por la hilera de autos nuevos; por la peluquería de su prima; por el baldío; por el paredón del Intendente; por el centro de jubilados; por el puente sobre el riachuelo tuvo que pasar Maia, esta vez, casi abstraída de la realidad material pero concentrada en el armado de una frase punzante que abra explosivamente la discusión.
Cuál?
Modelo Argentino para el Proyecto Nacional. Juan Domingo Perón. Bs As. 1974. Para leer todos los 1° de Mayo.
Cita
"Es imposible mantener una distribución socialmente aceptable si las
decisiones económicas no acompañan a la política social que se desea imponer.
Cuando las decisiones económicas siguen un patrón inadecuado, la distribución
del ingreso queda subordinada al mismo, más allá de los buenos deseos de
cualquier gobierno. En consecuencia, lo que llamamos "Justicia
Social" también requiere para su materialización efectiva participación
del gobierno y elevada eficiencia del mismo."
Revisamos lo que tenemos, una extensa lista de nombres y apellidos, números telefónicos, direcciones de correo y unidades académicas a las que pertenece cada persona. En Administración tenemos tanto. En Comunicación tenemos varios. En Trabajo Social perdemos pero en el Departamento de Economía no nos para nadie. Ingeniería no vota gente descalza. Ahora bien: quién argumenta sólidamente, quién ora. Tenemos que elegirlos con sumo cuidado: preguntemos a las Agrupaciones Aliadas, digo. En Relaciones Laborales hay algo; estamos bien, somos como cincuenta encuadrados, en un total de 2000 estudiantes. Nosotros arrebataremos los pasillos de la Nueva Universidad mientras vos, mañana antes de que arranquemos, rosqueas adentro mi amor, me dice. La grilla del excel y su seño fruncido indican positivamente que no habrá paridad de fuerzas. Maia se corre los anteojos y se refriega un ojo, suspira, se relame los labios y continúa: los fiscales van a ir punteando; falta entonces definir a cada uno según los turnos y disponibilidad. Vos y yo, por supuesto, atrincherados. ¿Y los demás? Gabi es inestable: mejor a la mañana conmigo; Fede es pertinente siempre: a la noche solo; Juana es demasiada atractiva para estar encerrada: ergo hace aulas; Indiana es nerviosa pero eficiente: a la noche sola. Maia continua definiendo arbitrariamente a los compañeros hasta que su memoria llega al límite. Toda la secuencia es maravillosa porque, cuando termina, cierra la netbook, se saca el jean, las medias, agarra el control de la tele y se recuesta en su cama.
Cuál?
Manual de Conducción Política. Juan Domingo Perón. Bs As. 1952. Para leer todas las noches antes de ir a dormir.
Cita
Sobre las formas de la conducción en el orden estratégico,
en grande, se conduce por grandes directivas, con gran amplitud. ¿Por qué?
Porque deben ser cumplidas por todos en distintos lugares,
circunstancias y tiempos.
No se pueden dar ordenes que resulten ciertas en una parte e
inciertas en otra; que resulten buenas en una parte y malas en otra;
débiles en un lado y fuertes en otro. Hay que dar directivas que permitan que los que tengan que
ejecutarlas dispongan de un amplio campo para jugar dentro de todas las
soluciones que se pueden presentar. Por eso se dan solamente directivas para la conducción en
grande, o sea grandes líneas de acción con amplio frente para moverse
dentro de esa acción. La conducción táctica se dirige directamente por
disposiciones. ¿Por qué? Porque él está viendo la lucha allí y puede decirle al otro:
"Haga tal cosa", para tener la unidad y la centralización en la dirección de
la lucha.Por eso, cuando actúa el Consejo Superior Peronista, no debe
hacerlo por órdenes, sino por grandes directivas de conjunto pero cuando
actúa el que dirige la lucha en una localidad, lo hace por disposiciones
rígidas, que no deben ser violadas por nadie, es decir, por órdenes. La conducción táctica es por órdenes, la estratégica es por
directivas.
Las zapatillas limpias un sábado a la mañana son imposibles, le dice, risueño, a una compañera varios años mayor. No puede estar sin hacer nada cuando ve que las cañas que suben al micro son rústicamente largas y un tanto dobladas, como si las hubieran arrancado de cuajo del suelo fértil que oportunamente dio vida a un tupido cañaveral ubicado cerca de su casa. Las botellas de pepsi con agua congelada, dentro de congeladoras rojas y blancas y una bolsa con las remeras nuevas le resultan pesadas al subir los tres escalones. Luciano ha decidido abandonar momentáneamente su doctorado para trabajar en una consultora que realiza, entre otras cosas, estudios electorales. El viento está calmo y el cielo celestísimo. Al subir se le caen, lentamente, una, dos, tres, cuatro monedas grandes de dos pesos que llevaba en su pantalón; pero no reacciona; sólo siente, de súbito, en ese preciso momento, que ahora, como nunca jamás antes, le importa poco, muy poco, o tal vez, orgullosamente no le importa nada perder dinero, ni siquiera si tuviera la suma de las riquezas de las naciones en sus agujereados bolsillos, porque, después de todo, ya tiene lo único que importa tener en la vida: la pertenencia al Partido Político.
Cuál:
El Príncipe Moderno de Antonio Gramsci. Para leer después de una movilización.
Palabras importantes:
Campo nacional, Maquiavelo, hombres comunes, Estado Mayor.
Cita:
"El elemento de cohesión principal, centralizado en el campo nacional, que transforma en potente y eficiente a un conjunto de fuerzas que abandonadas a sí mismas contarían cero o poco más. Este elemento está dotado de una potente fuerza de cohesión, que centraliza y disciplina y sin duda a causa de esto está dotado igualmente, de inventiva (si se entiende "inventiva" en una cierta dirección, según ciertas líneas de fuerzas, ciertas perspectivas y también ciertas premisas). Es verdad también que un partido no podría estar formado solamente por este elemento, el cual sin embargo tiene más importancia que el primero para su constitución. Se habla de capitanes sin ejército, pero en realidad es más fácil formar un ejército que formar capitanes. Tan es así que un ejército ya existente sería destruido si le llegasen a faltar los capitanes, mientras que la existencia de un grupo de capitanes, acordes entre sí, con fines comunes, no tarda en formar un ejército aún donde no existe."
El sábado pasado la Proxemia la rompió y Vicky y Minzi estuvieron inspirados.
Como dijo Emilio: Alguien me preguntó cómo estaba y yo respondí "exultante" porque para mi es un doble placer que se conjuguen la creación literaria y la construcción colectiva.
Comparto uno de los dos fragmentos que leí; pertenece a un texto que aparentemente va para novela. Pueden leerlo escuchando este discazo.
Como si el cielo hubiese sido sopleteado por un pintor epiléptico, las tonalidades rojas morían anaranjadas detrás de las casas que rodeaban el arroyo angosto y playo, donde años atrás nadaban mojarras. A lo lejos, pendían cables colgados de dos gigantescas torres eléctricas. Donde empezaba el descampado y terminaba el enorme maxiquiosco, el cartel de lata “recarga” del locutorio se bamboleaba con los empujones de la brisa hirviendo. Más cerca, una señora, de pollera evangélica y de cara descolorida, cruzaba el arroyo pisando, tímida, sobre las placas de zinc que, por iniciativa de Desagastizabal, pusimos para hacer de cuenta un puente. A la derecha: una asfaltada, una de tierra, una asfaltada, una de tierra, una asfaltada, una de tierra: las calles intercaladas eran el circuito que venía zigzagueando el Colmenar, el único colectivo a la estación; a los tumbos venía, mientras lo peinaban ruidosamente las ramas de los árboles que bordeaban la calle, y dos perros toreando le escoltaban las ruedas. Una cuadra a la izquierda, un carro estacionado soportaba con dignidad media tonelada de fierros y plástico en desuso, mientras el caballo amarrado picaba las matas decorativas de la zanja paralela al cordón y el jinete empinaba un agua mineral. Luego, irrumpía el motor ronco de un descapotable amarillo; del interior emergía una cabeza rapada como de cantante latino; con un indudable intercambio de insultos los choferes se saludaban y luego seguían su camino poniendo en marcha sus respectivos vehículos: golpe en el lomo lacio por un lado, embriague y primera por el otro. En la terraza de la casa cercana, el vecino, en bata y exasperado, intentaba ahorrarse un técnico reparador: movía insistentemente el radar en miniatura que funcionaba como antena de la televisión digital. Sobre el palo de luz, un matrimonio de horneros asomaba el pico por la puerta de su vivienda de barro. Debajo, el picaflor de pecho blanco, que revoloteaba tras frondosas carquejillas, se elevaba hasta posar sus patas sobre el punto exacto del vértice que formaba la esquina de la medianera, a una distancia de dos ladrillos consecutivos de donde estábamos sentados nosotros; sentados en la cima del taller, a una altura de casi cuatro metros, bárbaramente agarrados de viejos pero sólidos restos esqueléticos de vigas abandonadas. El short ajustado y la superficie dura donde apoyaba los muslos, le remarcaban a Lorena las venas púrpuras que se le dibujaban en sus piernas blancas; piernas que terminaban en pies de uñas con esmalte azul, mirando a la calle, balanceadas en un leve ir y venir que, de sólo mirarlas, poco a poco me aliviaban los nervios, poco a poco me calmaban la ansiedad acumulada toda en los músculos gemelos, tensos, endurecidos, por culpa de una nueva jornada improductiva.
Al fin y al cabo Lorena no demoró en decirme lo que yo necesitaba escuchar: tocándome una rodilla y levantando las cejas, preguntó amenazante. ¿Para cuándo el mangazo? ¿Me vas a decir que no la pensaste? Al principio intenté ignorarla. Segundos más tarde, le dije: ¿Vos creés?... Si, nabo, llamálo, animáte. Nunca le pedí nada, no sé... Al contrario, cuando éramos chicos era yo el que… Por eso, te debe una, se va a copar, vas a ver. Si ni siquiera lo conocés Lore, le respondí. Ay Patricio… me hablaste tanto de él que hasta le puedo armar el currículum.
Por si Desagastizabal volvía antes de hora, escuchábamos atentos el mínimo sonido que nos resultara familiar e identificable con él: una voz aguda y de timbre estridente, un ruido de manojo de llaves, una puerta que se cierra. ¡Falsa alarma!… ahora, Pato, dame un beso, dale, decía Lore torciendo la comisura de los labios; sabía que yo no tenía mañas para evitar la sensación de vértigo al bajar el mentón; es decir, inclinarme hacia ella y desde ahí ver esa suerte de precipicio que se me aparecía como si estuviera en las alturas de un insólito acantilado, sin olas y sin rocas debajo, pero con el irremediable cemento esperándome. ¡Bajemos!
Pese a la oscuridad que progresivamente iba devorando la medianera, cuando Lore se movía para acomodarse en su imaginaria silla voladora, un lunar, diminuto como el punto de una “i”, se dejaba ver a medio camino entre el coxis y la última vértebra de su espalda. Arriba, la luna menguante anunciaba el turno noche. Tenés razón, no queda otra, te prometo que hablo con él, pero bajemos, es tarde, dije. Bueno… vos primero Pato.
Marcos pone la mochila sobre una diminuta silla recientemente recuperada y concentra su vista en la pizarra verde donde dejó escrito con tiza, durante la última reunión, palabras que sigue paladeando feliz: fortuna y virtud. Revisa los apuntes y, justo antes de sacar el paquete de cigarrillos que guarda en el bolsillo del jean, recuerda que es mejor fumar afuera. Esta vez no va a lloviznar piensa, mientras los pibes y las pibas están inquietos pero sentados en semicírculo. Hay lápices, fibrones, hojas a4, hasta crayones, que provienen de una misma compra articulada con otras agrupaciones, difícil de organizar. Alguien acomodó y amontonó los útiles sobre la pila del último número de una revista que, en tapa, homenajea la creación del IAPI. Faltan dos horas para que el viento empiece a chiflar y a filtrarse por las hendijas. La Responsable del Lugar, que es muy flaca, de pelo corto y no tiene frío, trae tortafritas; todos se entusiasman menos él porque rápidamente vio que tienen azúcar rociada en gran proporción: nunca le gustó el sabor agridulce. Brilla la bombilla de larga duración. Marcos de todas maneras acepta, tiene hambre como cualquier persona que no almorzó al mediodía: sin embargo lo que no acepta es llamarle ciencia a los conceptos vitales que en minutos transmitirá.
Cuál:
El Príncipe, Maquiavelo. Florencia 1513. Para leer una vez al año.
"La fortuna me parece comparable a un río fatal que cuando se embravece inunda llanuras, echa a tierra árboles y edificios, arranca terreno de un paraje para llevarlo a otro. Todos huyen a la vista de él y todos ceden a su furia, sin poder resistirle. Y, no obstante, por muy formidable que su pujanza sea, los hombres, cuando el tiempo está en calma, pueden tomar precauciones contra semejante río construyendo diques y esclusas, para que al crecer de nuevo se vea forzado a correr por un canal, o por lo menos, para que no resulte su fogosidad tan anárquica y tan dañosa. Pues con la fortuna sucede lo mismo. No ostenta su dominación más que cuando encuentra un alma y una virtud preparadas, porque cuando las encuentra tales vuelve su violencia hacia la parte en que sabe que no hay muros ni otras defensas capaces de contenerla."
Un cielo oscuro que se asemeja al café derramado sobre el mantel es un percepto vago que veo sobre mis hombros cuando alzo la vista, nuquéo hacia la izquierda, saco la cabeza por la ventana y me quedo mudo mientras Marcos, tajante, afirma que un buen negocio es vender tortillas santiagueñas en la puerta del pequeño parque industrial, recién estrenado y ubicado felizmente en una de las siete localidades, la más acalorada y alocada, de Moreno. La mesera tarda en traer la cuenta porque está sencillamente drogada; en cambio Marcos, después de tomar el último sorbo, saca la cuenta con una rapidez de rapiña: ahí trabajan aproximadamente cuatrocientos tipos, si nos compran por día al menos la mitad de todos ellos, a diez mangos cada una, tenemos dos mil, y dos mil multiplicado por cinco da diez mil pesos a la semana, y a su vez multiplicado por cuatro tenemos cuarenta mil pesos por mes, lo dividimos por dos, porque somos dos y nos quedan veinte mil a cada uno, le restamos unos pares de pesos de los costos y limpito, limpito, nos llevamos como mínimo dieciséis mil mangos boludo.
-Suelto una respuesta con el pesimismo de la razón y también, contrariando a Gramsci, con el pesimismo de la voluntad: no sabemos hacer tortillas Marcos.
La pantalla led que transmite el partido del Club Atlético Excursionistas es la inversión más cara que hicieron para mejorar las instalaciones de este lugar donde el olor a maní crocante se disipa cuando veo que la mesera viene con la factura en la mano y esbozando una falsa sonrisa que capta sensiblemente mi atención. Afuera todo parece tener una personalidad indisimulable: se nota el frió en los vidrios, hay bocinazos y se destaca, prepotente y retocada con excelente pintura, la fachada del edifico de la Municipalidad.
-Brioso mi amigo insiste: pero se aprende... nos va bien y abrimos una Básica nueva en el distrito. Lleva puesto una remera, como a mi me gusta usar: al cuerpo y negra; ademas tiene deslucidos anteojos de marcos anchos. Casi simultáneamente vibra mi celular y suena un ringtone rockero del suyo; texto: mañana operativo de documentación en el barrio Z.
Lo que van a leer abajo léanlo escuchando este tema:
Fragmento de Salsa y Control, un alucinante libro de relatos del escritor venezolano José Roberto Duque. Publicado en 1996, los textos fueron escritos poco tiempo después del Caracazo.
Alguien se le coloca al lado y le señala, en un gesto hilarante,
aquellos dos tipos que vienen con sendas reses sobre los hombros. “Dónde es,
dónde hay”, aborda Elisa a uno de los sujetos. El hombre baja a tierra el bulto
sangriento para que Elisa lo vea mejor –a él, no al bulto–: es Fabricio, que
resopla, coge el puñal de carnicero que lleva atado al muslo, levanta el brazo
hasta atrás y ejecuta un movimiento semisalvaje para levantar un tajo enorme
del animal muerto, y se lo coloca a Elisa –lívida e inmóvil– en las manos:
–Llévate eso ahí, bichita, para que me sigas cuidando esa boquita rica. –La
toma por la nuca, la hala y le estampa un beso que sabe a humo, a sangre, a
cera, a cosa que arde, a lágrima, a beso, a mujer prohibida, a Sóngorocosongo,
a muerte, a flores secas, a mierda, a perfume, a ropa de mujer que tiembla, a
trabajo en cauchera; a hombre maldito, a hombre sentenciado, a amenaza, a
gobierno que tambalea, a piedra, cuero y bongó; sabe a pistola, a verga feliz,
a flor de camomila, a animal venéreo que pudre y espanta; sabe a camionero y a
la putrefacción que se siente en las carreteras, a loco suelto en las calles, a
recién salido del retén, a culo sudado, a sudor de animal que fornica; sabe a
vela, a jarrón profundo, a cobres violentos, a Javier con un tiro en el cuello
corriendo detrás de quien lo abaleó, sabe a olla, a fuego, a bala que
entra-quema-sale, a Párate Armandito y prende el carro que la China está
pariendo, sabe a sabor, a campana, rumba y tambó, a salsa y control, a
Charlie Palmieri, a calavera, a barco perforado, a sucia suciedad en las
axilas, a ron puro y caliente a las tres de la mañana cuando se ha acabado la
cerveza y no hay real pacomprá una bombona de anís, a Todos los barrios
unidos vamos a cantar ahora, a cloaca abierta y un agua verde burbujeando y
unos carajitos echándole piedras para salpicar a los que pasan, a Tupamaro
encaramado en el bloque y policía huyendo porque una cosa es echar plomo y otra
cosa muy distinta que a uno le echen, a Bueno pero un ratico porque puede
llegar mamá y nos pilla, sabe a Cachito pahuelé, a Semepartelecorazón,
a Si somos guerreros que palo parrumba, a La Ponceña lehacantadoa
todoelmundo, sabe a disparo, sabe a Juanito Alimaña, a suplicio de mierda
hasta cuándo, a Chocolate Armenteros, a mujer policía que se masturba y hasta
tiene orgasmos mientras les revisa las partes a las mujeres que van de visita a
la cárcel, Para ver qué tienes ahí mamitarrica sshhhhhh, sabe a Poliedro
lleno de El Gran Combo, a Barreto gratis en el Nuevo Circo, a Miguelito Cuní,
al microfonazo que le zampó Rubén Blades al policía en el concierto, a ricomamiasí
pero nomelomuerdas, sabe a la guaraparchita de El Médico Asesino, a ratón,
a polloenbrasas, a Este debe ser marico porque loco no es, a hierba mansa,
a Larry Harlow, a la Típica 73, a Palodemango, que no me tumben mi palo de
mango, a Pete Conde Rodríguez, a lo eterno de Maelo, al coñazo que
le dio el manco Freddy al guardia nacional porque le dijo tú hueles a
mariguana, a Préstame tres huevos Iraida que no tenemos paldesayuno,
a Intégrese a la actividad compañeros que vamos a dejar el bloque limpio y
sin monte, sabe a sancocho en la matica, a redada y policía arrebatado
metiéndose en la casa dónde está el bazuco maldita perra, sabe a Así
sí es, así no es, así suena mi tres, a Ese es el tipo échale un
tiro en la oreja, zámpale, zámpale que es no es hijo tuyo, a mentol chino
en el glande para que tardes tres horas en acabar, a pan dealocha, a papagayo,
a taller mecánico, a futbolito, a voz que se rompe de pasión, sabe a Aeropuerto
sí tiene sabor, a Atiende el teléfono Lila y si es el perro ese le dices
que no estoy, a remate de caballos, a cueros, a campana mayoral, a chiste
malo, a juego de básquet, a zapatos de seis mil bolos paganarse un tirote, a negra
culona y buenota, a fiesta en casa de Honorio, a me llevo a los carajitos,
a por favor no me mates, a agarre esos cien bolos ahí pero no compre
esa mierda pana usted se está matando, sabe a qué buena se está poniendo
la Mary, alguna rata del liceo la debe estar cogiendo, a tiro, a peinilla,
a malandro muerto, a madre de malandro muerto, a madre de malandro muerto en el
velorio, a pea que dura tres y cuatro días, a te quiero mucho miamorcito así
te vayas con el tipo del volkswagen, a vamos a hacer una vaca que el
chamo Alonso se casa, a cómprale una ropita para que vaya al bautizo,
a pluma, a hierro, a bestia, a fuego frío de dos almendras de azufre (la única
rumba posible a veces, la de Gustavo Díaz Solís), a limón, a caña, a cilantro,
a está bien, llévate los reales pero déjame la cédula, a bueno,
cógeme pero no me vayas a matar, a está bien mátame pero no me vayas a
violar, a ritmo azúcar, a lengua muerta, a brisa, a playa, a apagón, a no hay
agua báñate con ese tobito, a calle: a BARRIO, Extranjero, el beso de
Fabricio le sabe a barrio.
Acá para dar apoyo escolar se usa la colección de libros de cuentos clásicos de una revista infantil que dejó de publicarse. También hay una voz que viene desde afuera de la prefabricada y que repite, orgullosa, lo que se lee en el cartel con letras hechas en cartulina: Copa de Leche. Dos repisas forman el proyecto de biblioteca; libros y revistas para colorear incompletan los estantes. Está muy bien, pienso; pero falta el piso y las paredes tienen aberturas (no estoy hablando necesariamente de ventanas: el viento es una risa ráfagas chiflan por todas las hendijas, dice Durand en mi cabeza). ¿Dónde está la Responsable del Lugar? suelto abruptamente.
Me recuerda un compañero, mientras llena de datos elocuentes una planilla estatal, que la Responsable del Lugar fue a reunirse con una Senadora del Partido.
Afuera el ropero comunitario es un éxito: los caballetes y las tablas sobre las que se apoyan las clasificadas prendas parecen tambalear abrumadas: para organizar eso se requirió paciencia, manos ágiles e incluso molestar el descanso de una gata negra que, ahora acomodada más lejos, no ronronea, ronca: dos nenes se ríen a carcajadas. Entre los dos hay un poco más de un metro de estatura y ambos tienen el pelo lacio, rubio y largo; les pregunto sin son gemelos y ellos sólo simulan interesarles lo que pasa alrededor: muchas mujeres de variadas edades eligen y eligen; de fondo suena un tema movido: no sé si es música electrónica o un tema demasiado nuevo y demasiado remixado. Las banderas colgadas, de tela tafeta, contrastan incomparablemente con el color del machimbre.
Como dijo el General, vayan y ganen; y entonces vamos: jugamos un fulbito en una cancha diseñada por el combinado barrial; y perdemos. Ah, sin embargo el tierral, la revolcada involuntaria, el gusto seco en la lengua son placeres mínimos de la tarde.
...
Hay un alambrado al principio. La calle de tierra se corta donde abundantes piedras disimulan la profundidad de un pozo que jamás será nombrado con la palabra bache. Tomo y convido mate mirando cómo las casas parecen flotar sobre una superficie formada por matas de pasto y tierra seca. Más cerca está estacionada una camioneta cuyo ploteado la identifica con una Oficina del Estado Nacional. En un misterioso instante, uno de los chicos, inquieto, tropieza con una protuberante raíz de un árbol y vuelca el vaso descartable con leche chocolatada sobre el baúl abierto de par en par.
Luego, la secuencia es exacta: el viento taña una hoja y se larga a llover torrencialmente. Juntamos las cosas, es decir, muy veloces, guardamos elementos que, en otro contexto del país, no tendrían nada que ver unos con otros: sogas, cámaras fotográficas, stencils, lapiceras.
Al regreso, el colectivo da muchas vueltas, zigzaguea las cuadras; si lo viéramos desde arriba con imágenes satelitales pensaríamos que escapa de una persecución policíaca. Nosotros, al subir, completamos su capacidad; pese a ser un día sábado va repleto de pasajeros. Yo voy parado haciendo equilibrio con las piernas en "v" para no caerme sobre uno hombre bastante irritado. Le pregunto a una de las chicas nuevas cómo la pasó; mueve los labios y sin mirarme a la cara, como si buscara algo en el asiento de adelante autografiado con liquid paper, responde sonriendo; pero el bullicio de los demás hablando, superponiéndose unos a otros, me impide escucharla. La ventanilla, aunque le falta mucho para ser limpia y transparente, deja mirar las nubes cargadas. Como siempre, cuando miro lluvia, me agarro fuerte y aprieto los dientes.
Mesurado, reteniendo emociones, dejo aflorar leve y mentalmente un dato duro: en este distrito hay cincuenta tomas de tierras en total.